Postales de Potosí: icono de la América inmolada
crecen tus alas, nieve quieta y naciente el alba
Rosa de estos vientos, en América inmolada
Ruta del colla, rabia de siglos en marcha”
León Gieco. Músico argentino
“Yo soy la rica Potosí
El tesoro del mundo
La envidia de los reyes”
Leyenda del escudo de armas de la ciudad
Antes de describir a Potosí, conviene aportar algunos datos que impactan, que hacen de esta ciudad un lugar único:
• Potosí se halla a 4.100 metros sobre el nivel del mar, por lo que es la ciudad más alta del mundo.
• La historia de la ciudad no se escribe en años, sino en hectolitros de sangre indígena, negra, esclava. Centenares de miles de personas murieron a causa de las condiciones infrahumanas de sobreexplotación con que los españoles los sometieron en el trabajo en la mina de plata del Cerro Rico, imponente coloso que domina la ciudad.
• Potosí fue durante todo el siglo XVIII la ciudad más grande del mundo. Contaba con 200.000 habitantes, mucho más que Londres o París en su época. Hoy viven en Potosí 120.000 personas. • El Cerro Rico aún continúa siendo explotado. Para dar una idea de la magnitud de su riqueza, vale decir que la montaña perdió varios centenares de metros de altitud, debido a los minerales que fueron extraídos de ella.
• A pesar de las incalculables riquezas extraídas, la población de Potosí, mayoritariamente de raíz indígena, lejos está de vivir en la prosperidad. Como en tantos lugares de América, su riqueza fue a la vez su desgracia.
Antes que nada, hay que decir que Potosí es una ciudad bellísima. Su casco histórico, prácticamente intacto desde la época colonial, es un sinfín de pequeñas callejuelas detenidas en el tiempo, rodeadas de museos, iglesias y casas históricas. Además, la singular geografía montañosa que la enmarca y el indescriptible azul intenso que el cielo posee a semejante altitud, acentúan su encanto.
Potosí alberga además uno de los museos más imponentes de América: La Casa de la Moneda. Allí se acuñaron las monedas del Virreinato del Río de la Plata y de muchos otros lugares del mundo, con la plata extraída del Cerro Rico.
Otro lugar obligado es el Museo y Convento de San Francisco. El lugar posee una terraza desde la que se aprecia una vista inolvidable de la ciudad.
Pero quien visita Potosí, no debe obviar ir a Tarapaya. A 20 minutos del centro, en un paraje bendecido por la naturaleza, se halla el Ojo del Inca. Se trata de un gran lago de un inmaculado color verde, un círculo perfecto, en un cráter volcánico.
Suele hacer mucho frío allí, pero el agua está caliente, y lo curioso es que el lago no tiene fondo, ya que es el cráter de un volcán. Nadie hace pie, por lo que cuando alguien quiere ingresar, se le suministra una cubierta de automóvil, para que pueda flotar.
Según los lugareños, el agua del Ojo del Inca tiene propiedades curativas. Incluso se cuenta que el inca Huynca Capac se trasladaba desde el Cuzco, en Perú, para sumergirse en sus aguas.
Cuando cae la noche, Potosí es más bella aún. A medida que se apaga el sol y las montañas cambian de color, las mortecinas luces que provienen del Cerro Rico se encienden. Y con ellas, el alma de cientos de miles de personas que dejaron su sangre y sus sueños allí.
Mientras, sus herederos, silenciosos y profundamente respetuosos de sus tradiciones, su cultura y su historia, recorren sus calles, arrastrando en sus multicolores morrales su perenne dignidad.
Son los indígenas del altiplano boliviano. Ejemplos de coraje.
Un inglés con el que compartimos la estadía en Potosí, conmovido por estas infatigables pruebas vivientes de que otro mundo es posible me dijo: “se merecen todo”.
Mientras, en la mirada generosa y noble de cada mujer, me parecía ver la de Juana Azurduy. Y en la de cada hombre, la de Tupac Amaru.
Cuando levantaba la vista, una altiva whipala parecía decirme: “Es que hay una primavera por nacer”. Y lo confirmé: “Sí, se merecen todo”.
Fotos (de arriba a abajo)
1) Vista desde el Convento de San Francisco. Al fondo, el Cerro Rico.
2) La calle Chuquisaca, en el centro de Potosí.
3) La calle Cobija, cerca del centro.
4) La célebre "bruja" de la Casa de la Moneda. Cuenta la leyenda que para disuadir a quienes quisieran robar los valiosos metales preciosos allí depositados durante la época colonial, se construyó esta imagen, que generaba terror entre los potenciales cacos. Aún hoy, se la ve apenas se ingresa a la Casa de la Moneda.
5) Vista desde el Convento de San Francisco. Al fondo, la Catedral.
6) El Ojo del Inca, en Tarapaya. Detrás, las multicolores montañas.
7) Mariana dentro del Ojo del Inca.
8) La Whipala es bastante más que la bandera y el emblema de la Nación Andina y de los Aymara. Es la representación de su filosofía andina y, actualmente, el símbolo de la resurrección de la cultura que fluyó de los primordiales Cuatro Estados del Tiwantinsuyo. Durante muchos años la colonia española prohibió la Whipala, que hoy vuelve a ser reconocida y comprendida a pesar de las eras de persecución y el intento de borrar su significado.