30.11.07

Más información, el domingo

15.11.07

¿Por qué no te callás vos, Borbón de mierda?

No hace falta explicar qué pasó, porque las imágenes recorrieron el mundo. Quizás sí sea necesario contextualizar los hechos.
Hugo Chávez dijo que “con la verdad no ofende ni teme”, y durante la Cumbre Iberoamericana realizada en Santiago de Chile, no hizo más que decir una verdad: que el ex mandatario español, José María Aznar participó activamente en el frustrado golpe de Estado que se produjo en Venezuela en abril de 2002 y que es un fascista.
El actual presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, respondió diciendo que Aznar había sido elegido por el pueblo español y que merecía respeto. Lo curioso es que lo dijo sentado al lado de un rey. ¿Hay algo menos democrático que un rey, que para colmo fue elegido por un dictador como Franco, y refrendado en un plebiscito amañado?
Para colmo, ese mismo rey, olvidando que la corona española ya no posee colonias ni súbditos en Latinoamérica, pretende erigirse en el maestro de ceremonias de la cumbre, pasando por encima de los presidentes latinoamericanos, del propio presidente español y de la presidenta anfitriona.
Pero analicemos algunas cosas más:

La Cumbre

El incidente entre el rey y Chávez dejó en un segundo plano lo más notable de la cumbre: muchos presidentes latinoamericanos se refirieron repetidamente al saqueo y el despojo que llevan a cabo las transnacionales españolas, amparadas por el Estado Español. Chávez, Correa, Evo Morales, Daniel Ortega, y hasta los moderados Kirchner y Lula se refirieron a esto. Es muy saludable el despertar de la región.

¿Quién es Juan Carlos de Borbón?

• Es el chozno de Fernando VII (1808/1813-33), apodado “El Felón”, por haber tramado el envenenamiento de sus padres para ceñir sobre su testa la corona que en Bayona vendió a Napoleón, mientras el pueblo se desangraba en su nombre.
• Es el tataranieto de Isabel II (1833-68), quien junto con Inglaterra y Francia tomó el puerto de Veracruz en garantía del pago por deudas contraídas en las guerras civiles de México (1861), y que luego invadió las islas Chinchas de Perú (1863), y luego se anexionó República Dominicana (1861-65), y luego sometió a cruel bombardeo los puertos de El Callao (Perú) y Valparaíso (Chile, 1865-71).
• Es el bisnieto de Alfonso XII, “El pacificador” (1875-85), invasor de Haití junto con Estados Unidos, Francia e Inglaterra (1871 y 1883), quien fue sorprendido en su buena fe en la Plaza de la Cebada, en Madrid, cuando unas mozas que lo vitoreaban le espetaron: “¡Mas gritábamos cuando echamos a la puta de tu madre!”
• Es el nieto de Alfonso XIII (1886-1931), hijo póstumo del anterior, “pacificador” de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Marruecos; pionero del cine pornográfico en el barrio chino de Barcelona; partidario del falangista Primo de Rivera y destronado en 1931 por la Segunda República Española.
• Es el hijo de Juan de Borbón y Battenberg, legítimo y eterno candidato al trono, quien murió de tristeza por la fidelidad del actual rey a Franco y a los Principios Fascistas.
• Es Juan Carlos, beneficiario de un crédito de 100 millones de dólares del príncipe de Kuwait para que los aviones de Estados Unidos puedan aterrizar en España durante la guerra del Golfo (1991).
• Es Juan Carlos, socio de los implicados en el escándalo del Banco Ibercorp (1992), que se quedaron con el dinero de centenares de ahorristas.
• Es Juan Carlos, quien junto con José María Aznar (el fascista), es corresponsable en los negociados de la petrolera francesa Elf (2003).
• Es Juan Carlos, quien tanto hizo por el Grupo Santander Hispano y Repsol a fin de apoderarnos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Argentina.
• Es Juan Carlos, matador, en 2004, de una osa preñada perteneciente a una especie en extinción a la que sus amigos rumanos emborracharon con vodka y miel para dar en el blanco. (ver imagen).
• Es Juan Carlos, quien junto a su fiel José Luis Rodríguez Zapatero, ordenó callar a Hugo Chávez, en nombre de los principios, la moral y la decencia de las gentes de razón.

Un poco de historia

Desde 1939 a 1975 el pueblo español sufrió la atroz dictadura de Franco, genocida de extrema derecha, amigo entre otros de personajes como Mussolini o Hitler. En 1975 el tirano murió en la cama sin pagar por sus crímenes. En ese momento y ante las múltiples huelgas obreras y manifestaciones estudiantiles, la dirigencia del régimen franquista entendió que para acceder al mercado europeo debía reformarse, ya que la Unión Europea jamás admitiría una dictadura como país miembro.
Así las cosas se siguió un camino de reformas en “que todo cambiará para que todo siguiera igual”. De esta manera, consiguieron desmovilizar a las masas que pedían cambios mucho más profundos.
A todo esto, el Rey, elegido por Franco como su sucesor, fue presentado por arte de magia como paladín de la democracia y apasionado reformista constitucionalista (el mismo que había jurado los principios fascistas y su adhesión a Franco).
Así las cosas, la oligarquía española tuvo la “delicadeza” de redactar una nueva Constitución y permitir al pueblo español elegir entre aprobarla en referéndum o no. O sea, le dio la posibilidad de continuar con todo el sistema franquista de siempre o cambiar hacia una monarquía parlamentaria capitalista. Dos opciones. Sólo dos.
Era como si la oligarquía española a modo de padre autoritario le dijese al niño pueblo: ¿qué prefieres, que te siga pegando con el látigo o que ahora lo haga con la mano? Evidentemente el pueblo español prefirió que le peguen con la mano. Prefirió elegir la nueva Constitución que aún siendo bastante conservadora garantizaba un marco jurídico mínimo de libertades ciudadanas y derechos políticos, inauditos desde que Franco tomó el poder. Es decir, a los españoles de entonces se les permitió: o seguir con el franquismo sin Franco o aceptar todo el paquete de la nueva Constitución de 1978 con Monarca incluido.
Desde entonces nadie ha preguntado al pueblo español si quiere o no Monarquía. Esto forma parte del consenso llamado Transición, que debiera ser llamada Restauración Borbónica como ya han dicho algunos historiadores.

La “democracia” española


Hace algunos meses en España se censuró a la revista humorística “El Jueves”, por la tapa que acompaña este post, alusiva a dos miembros de la familia real. Recientemente, un juez condenó al guionista y al dibujante de la revista a pagar 3.000 euros de multa, con prisión en el caso de impago.
Dos conclusiones podemos obtener. La primera es la contradicción interna de la Constitución Española, que declara la igualdad de todos los ciudadanos en su artículo 14, algo incompatible con la institución de la Corona regulada en su Título II. De manera que la jefatura del Estado queda en manos de una familia, que goza de un presupuesto a cargo de los impuestos públicos y es irresponsable por sus actos, pero está especialmente protegida frente al derecho a la crítica y libertad de expresión, quedando encomendada su salvaguarda al Ministerio Público y a la Audiencia Nacional, por lo que ni siquiera tienen que echar mano de su fortuna para pagar abogados.
La segunda conclusión: en el Reino de España no hay plena libertad de expresión, ya son muchos los periodistas encarcelados, multados, medios cerrados durante el régimen de Monarquía Parlamentaria.

La verdadera España




Nada de lo anterior debe ser entendido como un ataque a España, o como un sentimiento anti-español. España es un país muy querido en Latinoamérica, y personalmente le tengo un profundo cariño.
Pero hay que diferenciar. Me estoy refiriendo a la bandera tricolor republicana (ver imagen), a Unamuno, a García Lorca, a Joaquín Sabina, a Javier Bardem, a Joan Manuel Serrat, a Ana Belén, a la extraordinaria Pasionaria, a la Madrid del “No Pasarán” (ver imagen en el subtítulo "un poco de historia"), a la España laica, a los españoles que aún hoy se manifiestan por la república (ver imagen). Esa ES España.
Aznar, el Borbón, Millán Astray, Franco, Repsol, el Opus Dei, no son más que impostores, ladrones de la España verdadera.
Desde Latinoamérica, aún estamos esperando el despertar de España, y el alumbramiento de la Tercera República. Cada vez más necesaria, por cierto.

4.11.07

Apuntes sobre las elecciones argentinas

“A pedido del público”, aquí va mi análisis sobre las elecciones del domingo pasado. Pido disculpas por la extensión del post, pero el tema es demasiado complejo. He hecho el mayor esfuerzo por hacerlo lo más breve posible.



El colapso de la derecha tradicional

Los candidatos de la derecha más tradicional sufrieron una derrota catastrófica. López Murphy, el candidato neoliberal, finalizó 7º, con el 1,45% de los votos, a pesar de que tuvo una presencia mediática omnipresente durante toda la campaña electoral. El candidato de la derecha represiva cuasi fascista, Jorge Sobisch, finalizó 6º con el 1,56% de los votos.
Este es uno de los datos más reconfortantes de las elecciones del domingo. La derecha “pura y dura” está herida de muerte, al menos en el ámbito electoral. Para los lectores del exterior, esto sería como que la Alianza por Chile o el PAN mexicano sacaran menos del 3 % de los votos.

La irrelevancia de la izquierda histórica

Los partidos de la izquierda radical, divididos en cuatro listas distintas, lograron el 2,31%. Esto es producto de su sectarismo, su dogmatismo, su desorientación acerca de cómo llegar a las masas y, fundamentalmente, la falta de capacidad para articular propuestas cuando la crisis de 2001 y 2002 era campo fértil. Al igual que la derecha, esta izquierda está herida de muerte. Y es una buena noticia, si deja el espacio para que surja una izquierda diferente.

La crisis terminal de los grandes partidos

Durante muchas décadas, los argentinos, en su gran mayoría, se dividían entre peronistas y radicales. Esa caracterización fue perdiendo fuerza, con la crisis de 2001 recibió un golpe mortal, y en estas elecciones, por primera vez, el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical no participaron formalmente del acto electoral.
El candidato que buscó identificarse con el Partido Justicialista, y que proviene definidamente de la ortodoxia de ese partido, Rodríguez Saá, finalizó 4º, con el 7,71% de los votos, porcentaje casi risible si se trata del peronismo.
El candidato que buscó aglutinar a los dos grandes partidos, apuntalado por dos ex presidentes como Duhalde y Alfonsín, y que incluso habló en la campaña de la necesidad de reconstruir los partidos políticos fue Roberto Lavagna. Finalizó tercero, con el 16,88% de los votos, en su mayoría logrados a partir de la buena imagen que dejó en gran parte de la población su gestión como Ministro de Economía. Nada sustancial le aportaron su alianza con el radicalismo y sus gestos al peronismo.

El desbarranque ideológico de Elisa Carrió

Elisa Carrió comenzó a ser conocida para el gran público cuando surgió en la Cámara de Diputados como una enérgica líder en la batalla contra la corrupción y los gobiernos neoliberales, en la pre-crisis de 2001.
Con la asunción de Kirchner, la recuperación económica y la buena imagen que Kirchner posee en amplios segmentos de la población, Carrió perdió definitivamente el rumbo: ya no hacía eco en la población su discurso mesiánico y apocalíptico.
Es lógico en cierto punto. Una cosa es denunciar a Menem y a De La Rúa, en un contexto de gran disconformidad por parte de la población, y otra muy distinta, es atacar a un gobierno bien visto por esa misma población, o al menos por gran parte de ella.
¿Qué hizo Carrió entonces?
Muy simple, se corrió a la derecha
. El gobierno de Kirchner tiene entre los sectores medios y altos el mayor rechazo, mientras que goza de un masivo apoyo entre los sectores populares. Entonces Carrió buscó cosechar votos allí donde Kirchner no era tan fuerte.

“Deben ser los gorilas, deben ser”

Una digresión necesaria: en 1955 en la Argentina estaba de moda Tarzán. Existía en esa época un programa cómico radial muy popular llamado “La revista dislocada”. En ese programa había un personaje que ante cada ruido extraño, repetía asustado “deben ser los gorilas, deben ser”, parodiando lo que sucedía en la historia de Tarzán.
En ese mismo año, 1955, un golpe militar, apoyado por los sectores más reaccionarios de la sociedad, el ejército y la iglesia, conspiraban para tumbar el gobierno de Juan Domingo Perón.
El ingenio popular hizo que ante cada provocación, ante cada escalada golpista, la gente repitiera “deben ser los gorilas, deben ser”. Desde ese momento, y para siempre, los antiperonistas en Argentina reciben el mote de “gorilas”.
Los “gorilas” se definen básicamente por lo siguiente: 1) un profundo odio de clase, con un gran desprecio por los pobres, a los que acusan, entre otras cosas, de “no saber votar”. 2) un profundo odio contra todo aquello que “huela” a peronismo, ya que identifican al peronismo como el movimiento que les dio voz, voto y visibilidad a los sectores populares, pero que “les dio pescado, en lugar de enseñarles a pescar”.
Pues bien, el voto a Elisa Carrió está compuesto mayoritariamente por “gorilas”. Como prueba bastan las declaraciones de Carrió, al día siguiente de las elecciones, en el diario oligárquico de la Argentina, “La Nación”: “dentro de cuatro años llegaremos al poder, y gobernaremos con los valores de las clases medias y altas del país”.
En el aspecto electoral, Carrió tuvo éxito: quedó 2ª y logró un 22,95% de los votos. Sin embargo, la mayoría de los votos que Carrió logró son “prestados”. Esa gente, que en general se caracteriza por su gorilismo, no quiere a Carrió, ya que la considera co-responsable del colapso de la hegemonía neoliberal, e increíblemente a esta altura, consideran que Carrió es de izquierda.
Esa gente votó a Carrió para oponerse al gobierno, al que visualiza como “lo más parecido a Perón que ha existido”, pero la votó “tapándose la nariz”. Por todo esto, a lo que se suman sus contradicciones ideológicas, la Coalición Cívica creada por Carrió, no tiene posibilidades reales de consolidarse como “la oposición”.
Para decirlo de otra manera: para los gorilas, si el propio Satanás tenía posibilidades de disputarle el poder a Kirchner, hubieran votado a Satanás, lo que no implica una fidelidad real de ese voto en el futuro.

La razón del voto a Cristina Kirchner

La inmensa mayoría de los argentinos vive ahora mejor (o al menos, menos mal) que hace cuatro años. La recuperación económica del país ha sido notable. Los opositores al gobierno por derecha dirán que eso se debe a los altos precios de los productos exportables argentinos. Los opositores al gobierno por izquierda dirán que ese crecimiento fue capturado en su mayor parte por los privilegiados de siempre, y que al pueblo sólo le llegaron las migajas.
Ambos tienen parte de razón, pero para el 44,92% de gente que votó a Cristina Kirchner, todo eso importa poco. Luego de una caída catastrófica de varias décadas en todos los indicadores socioeconómicos, el país tuvo cuatro años de mejoras. Y eso ocurrió mientras Kirchner era presidente. Y su voto fue por la continuidad. No había voto más lógico, y por eso ganó Cristina.

Lo que viene

Para Cristina, mantener el crecimiento, la baja del desempleo y la disminución de la pobreza, será titánico. Los mecanismos utilizados hasta ahora comienzan a agotarse, y para lograr esos objetivos habría que adoptar medidas de fondo: nacionalizar los recursos energéticos; atacar los monopolios y oligopolios de la oferta, que son los que generan inflación; aumentar los impuestos al patrimonio y disminuir los impuestos al consumo; atacar la extranjerización de la economía; acercarse más a Latinoamérica y alejarse de Washington, etc.
Las primeras señales de Cristina indican que no seguirá ese camino, al menos con la firmeza que la situación requiere.
La consecuencia será obvia entonces: el gobierno de Cristina estará “a la derecha” del de Néstor.
Esto tendrá dos consecuencias: vaciará una vez más de contenido la propuesta de Carrió; cooptará y/o relativizará la influencia de Mauricio Macri y generará un creciente desánimo en la población que la votó el domingo pasado.

¿Cuál es el desafío entonces?

En estas elecciones, la oposición planteó críticas que de ninguna manera reflejan las verdaderas falencias del gobierno. Más bien todo lo contrario: la oposición criticó lo que Kirchner hace medianamente bien e ignoró las fallas de Kirchner.
La oposición criticó las relaciones internacionales y el espíritu confrontativo del gobierno, cuando la digna actitud de Kirchner en la cumbre de Mar del Plata oponiéndose al ALCA y la firmeza para apartar a la Corte Suprema menemista, para impulsar los juicios a los genocidas de la dictadura, para dejar en evidencia a los oligarcas y empresarios cleptómanos nacionales y extranjeros (Sociedad Rural, Shell, Aguas Argentinas) han sido sus principales logros.
Por el contrario, la oposición nada dijo acerca de las verdaderas necesidades del país descriptas párrafos arriba, ni tampoco hizo hincapié en las principales falencias de Kirchner: connivencia y complicidad con Repsol, re-privatización de los hidrocarburos, no atacar el núcleo duro del poder económico, que igual que en los ’90, se apropia del superávit de las cuentas nacionales, pero ahora con mayor precariedad laboral y menores costos empresarios.
¿Por qué? Muy simple. El gobierno de Kirchner ha tenido claroscuros, tiene elementos positivos y otros muy negativos. Pero la oposición es mucho peor: de llegar al poder mantendría y/o acentuaría lo malo de Kirchner y suprimiría lo bueno del gobierno.
Vuelve la pregunta, entonces. ¿Cuál es el desafío?
El desafío es generar una oposición que planteé las demandas que se enumeraron líneas arriba. Esa oposición no debe ser gorila, por lo que debe incluir determinadas características peronistas, en particular, debe ser nacional y popular, pero además, latinoamericanista.

¿Cómo hacerlo?

Otra de las grandes novedades de estas elecciones ha sido el regreso del voto “clacista”. Se ha puesto fin a la desorientación menemista, cuando los más ricos y los más pobres votaban lo mismo. Ahora van los sectores populares por un lado junto con un sector de la clase media, y los sectores oligárquicos con lo más disociado de la clase media por otro.
No es un dato menor: es la misma composición de los votos chavistas y antichavistas en Venezuela.
Este es un salto cualitativo muy importante. Lamentablemente, Kirchner no es Chávez: mientras el bolivariano encabeza un proyecto de transformación social, Kirchner es el responsable de mantener el orden social vigente, tarea que le fue encomendada por el sector más lúcido de la burguesía, que sabía que “el horno no estaba para bollos” como para el advenimiento del neoliberalismo más extremo.
Sin embargo, es factible aprovechar ese voto clacista.
La estrategia debiera ser oponerse a las medidas más reaccionarias de Néstor y Cristina Kirchner (el mal llamado pacto social, la re-privatización de los servicios públicos y de los recursos naturales, la condena a Irán en la ONU, el acercamiento a Estados Unidos, el pago de la deuda al Club de París, etc.), proponiendo una alternativa, en un lenguaje sencillo, accesible para las masas y sin los clásicos dogmatismos de la izquierda.
A la vez, hay que apoyar las medidas progresistas (aumentos de salarios, aumentos de jubilaciones, acercamiento a Venezuela, etc.), no perdiendo de vista que Cristina Kirchner es el mal menor, en comparación con la oposición.
Hay un proyecto político en esa dirección: Fernando Pino Solanas conformó el Proyecto Sur 45 días antes de las elecciones. Casi no tuvo presencia en los medios (no es casual), y logró más votos que los híper-mediáticos derechistas Sobisch y López Murphy.

En la semana posterior a las elecciones, Pino Solanas sí participó de varios programas políticos de TV, y protagonizó duros debates planteando argumentos similares a los esgrimidos líneas arriba.
Hay que fortalecer este proyecto. Nada incomodaría más al gobierno que tener una oposición fuerte a su izquierda.
Por el contrario, nada favorece más al gobierno que una oposición a su derecha, desorientada, y para colmo, gorila.
El mayor favor que le hicieron a Cristina Kirchner es que Elisa Carrió salga segunda. Es una oposición de papel, sin más motivación que el atávico odio por lo pobre y lo popular de casi un tercio de la población argentina.
En síntesis, construir una oposición nacional y popular, que ponga a los Kirchner a la derecha del espectro político, es imperioso. Casi 300.000 personas votaron por este proyecto, luego de 45 días de conformado, y habiéndose presentado sólo en un puñado de provincias, y sin candidatos locales. No es poco para comenzar. Es el desafío que se viene.

En la foto, Fernando Pino Solanas, durante la filmación de su extraordinaria película "Memorias del Saqueo", que narra la deriva argentina hacia la crisis del 2001.
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