Chiloé: el mapa era verdad
Durante los primeros años de escuela, cuando los docentes nos enseñan el mapa de Sudamérica, sin dudas lo más llamativo es ese festín de pequeñas islas que se distinguen “abajo a la izquierda”, al sur de Chile.
En ese momento no es más que un estorbo dibujarlas o calcarlas en un mapa, sabiendo que no debe existir persona en el mundo que pueda recordarlas de memoria.
Con el tiempo la curiosidad crece, pero se mantiene la inverosimilitud de semejante geografía.
Quienes hemos tenido la suerte de conocer esa región, pudimos comprobar que los mapas no mentían, aunque tampoco hablaban de su misteriosa belleza, de sus calladas y reservadas gentes y de tantos secretos que el viajero descubre al adentrarse en Chiloé.
De todas las islas, Chiloé es la que se encuentra más al norte, al otro lado del Canal Chacao, y tiene una longitud de 160 kilómetros de norte a sur.
Cuando se atraviesa el canal en una vieja embarcación ya se advierte la sensación de estar ingresando a otro mundo, a otra dimensión, totalmente diferente del “Chile continental”.
La primera población a la que se arriba es Ancud. Se trata en realidad de un pequeño pueblo de pescadores.
Uno de sus máximos atractivos son las fortificaciones que se encuentran esparcidas en la costa y bahía de Ancud, lo que constituye un fiel testimonio del dominio español que se prolongó hasta el año 1826, fecha de la capitulación de las tropas hispánicas.
Destacan varios fuertes y baterías como Chaicura, Balcacura, Punta Corona y los mejor conservados Ahui y San Antonio.
Continuando el camino hacia el sur, se llega a Castro, la más bella ciudad de Chiloé. Lo primero que llama la atención son las viviendas construidas sobre palafitos, constituyendo un verdadero desafío a la arquitectura moderna.
Los atractivos de la ciudad son variados. Desde la Iglesia San Francisco, Monumento Nacional y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hasta el Museo Regional y el Mercado Artesanal, todo tiene un encanto especial, esa magia que sólo poseen los lugares olvidados del mundo, alejados de las principales rutas comerciales, debido a su excentricidad geográfica.
Por otra parte, desde Castro se pueden realizar excursiones por toda la isla, y también, a islas vecinas.
Se destacan especialmente la pasarela peatonal sobre del islote Aucar, el típico pueblo chilote de Mechuque, el Mirador de la Paloma y la Iglesia Santa María (la más antigua de Chile) en Achao, el poblado de Cucao, con su cementerio construido con casitas, las iglesias de madera y los interesantes museos regionales y artesanales a cada paso.
Finalizada la estadía en Chiloé, regresando al continente, se tiene una sensación ambivalente. Por un lado, es muy agradable llegar a Puerto Montt, una ciudad bellísima, mi favorita en Chile. Pero por otro, mientras se atraviesa el Canal de Chacao, ya se siente nostalgia por esa tierra rústica, misteriosa, de pocas palabras, pero que se abre de par en par al visitante que sin pruritos, se sumerge en la cultura local e intenta descubrir sus secretos sin alterar la calma y la milenaria tradición de los chilotes, como se denominan los habitantes de Chiloé.
En los últimos tiempos se está hablando sobre la posibilidad de construir un puente sobre el Canal de Chacao. Quizás sea necesario, no lo sé. Pero de existir el puente, no habría tiempo para contemplar la belleza de Chiloé desde el canal, queriendo regresar antes de partir.
Fotos
Arriba: El arco iris, siempre presente en Chiloé.
En el medio a la derecha: Calles de Castro.
En el medio a la izquierda: La Iglesia San Francisco.
Abajo: Típico paisaje de Chiloé.
En ese momento no es más que un estorbo dibujarlas o calcarlas en un mapa, sabiendo que no debe existir persona en el mundo que pueda recordarlas de memoria.
Con el tiempo la curiosidad crece, pero se mantiene la inverosimilitud de semejante geografía.
Quienes hemos tenido la suerte de conocer esa región, pudimos comprobar que los mapas no mentían, aunque tampoco hablaban de su misteriosa belleza, de sus calladas y reservadas gentes y de tantos secretos que el viajero descubre al adentrarse en Chiloé.
De todas las islas, Chiloé es la que se encuentra más al norte, al otro lado del Canal Chacao, y tiene una longitud de 160 kilómetros de norte a sur.
Cuando se atraviesa el canal en una vieja embarcación ya se advierte la sensación de estar ingresando a otro mundo, a otra dimensión, totalmente diferente del “Chile continental”.
La primera población a la que se arriba es Ancud. Se trata en realidad de un pequeño pueblo de pescadores.
Uno de sus máximos atractivos son las fortificaciones que se encuentran esparcidas en la costa y bahía de Ancud, lo que constituye un fiel testimonio del dominio español que se prolongó hasta el año 1826, fecha de la capitulación de las tropas hispánicas.
Destacan varios fuertes y baterías como Chaicura, Balcacura, Punta Corona y los mejor conservados Ahui y San Antonio.
Continuando el camino hacia el sur, se llega a Castro, la más bella ciudad de Chiloé. Lo primero que llama la atención son las viviendas construidas sobre palafitos, constituyendo un verdadero desafío a la arquitectura moderna.
Los atractivos de la ciudad son variados. Desde la Iglesia San Francisco, Monumento Nacional y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hasta el Museo Regional y el Mercado Artesanal, todo tiene un encanto especial, esa magia que sólo poseen los lugares olvidados del mundo, alejados de las principales rutas comerciales, debido a su excentricidad geográfica.
Por otra parte, desde Castro se pueden realizar excursiones por toda la isla, y también, a islas vecinas.
Se destacan especialmente la pasarela peatonal sobre del islote Aucar, el típico pueblo chilote de Mechuque, el Mirador de la Paloma y la Iglesia Santa María (la más antigua de Chile) en Achao, el poblado de Cucao, con su cementerio construido con casitas, las iglesias de madera y los interesantes museos regionales y artesanales a cada paso.
Finalizada la estadía en Chiloé, regresando al continente, se tiene una sensación ambivalente. Por un lado, es muy agradable llegar a Puerto Montt, una ciudad bellísima, mi favorita en Chile. Pero por otro, mientras se atraviesa el Canal de Chacao, ya se siente nostalgia por esa tierra rústica, misteriosa, de pocas palabras, pero que se abre de par en par al visitante que sin pruritos, se sumerge en la cultura local e intenta descubrir sus secretos sin alterar la calma y la milenaria tradición de los chilotes, como se denominan los habitantes de Chiloé.
En los últimos tiempos se está hablando sobre la posibilidad de construir un puente sobre el Canal de Chacao. Quizás sea necesario, no lo sé. Pero de existir el puente, no habría tiempo para contemplar la belleza de Chiloé desde el canal, queriendo regresar antes de partir.
Fotos
Arriba: El arco iris, siempre presente en Chiloé.
En el medio a la derecha: Calles de Castro.
En el medio a la izquierda: La Iglesia San Francisco.
Abajo: Típico paisaje de Chiloé.
11 Comments:
Una de las cosas que pensaba cuando empecé a viajar por diferentes lugares del Perú, era: Si en las clases de geografía nos hubieran llevado a cada uno de estos lugares, para explicarnos, por qué se le llama altiplano, meseta, cordillera, por qué dibujarlo de tal o tal forma, ect. seguro que nunca lo hubiera olvidado, mientras que si alguien solamente te lo explica, no le das mucha importancia y con el tiempo lo vas olvidando.
Es como que te describieran el plato más delicioso y hasta pudieras imaginarlo viendo una foto, pero mientras no lo pruebes, no le darás la debida importancia.
Daniel, en serio, lindísimos lugares eh?
Un abrazo.
Mi sueño es llegar por esos lados, ya en las vacaciones llegue a Valdivia y me lo navegue todo para conocer sus alrededores.
Preciosas fotos, acompañadas de una buena descripción, aumentan mi curiosidad.
Abrazos!!!
PD: 'piola' aca es algo asi como 'pasar desapercibido'
La isla de Chiloé es hermosa, tiene unos paisajes alusinantes, una mitología
e historia dignas de conocer. Eso sí, no representa en su totalidad la arquitectura chilena, ni
las tradiciones, ni el clima. Es sólo uno de los tantos diamantes que tiene esta larga y
angosta faja de tierra.
Gracias por tus fieles visitas. Cúidate mucho.
Un abrazo gigante.
hola, parece muy hermoso el lugar. Espero tener años, ganas y dinero suficiente para poder recorrer toda Latinoamérica. Recién anduve por un par de provincias de acá.
Saludos
Chiloé tiene encanto. Yo viajé hace más de 10 años a la Isla y en realidad no me llamó tanto la atención porque a los ojos de de una niña, las iglesias y monumentos no nos conmmueven lo suficiente.
Me debo un viaje nuevo... con otra visión, con otra mentalidad.
Qué bien que un extrajero hable de algún lugar del país vecino con el gran cariño que tú lo haces.
Un beso, chau
Lore
Daniel, me encantó tu narración de Chiloé. Me das permiso para colocarla en mi blog acerca de patrimonio?
Un saludo desde stgo. de Chile
Carmencha: es como vos decís. Mil clases de geografía no se equiparan con una hora en algún lugar. Viajar es darle vida a los mapas, a los conceptos preconcebidos (que generalmente son erróneos y por lo tanto perfectibles). Viajar es la mejor inversión que se puede hacer, y es lo único perdurable. Las casas, los autos y los bienes materiales en general van y vienen. Los recuerdos y el aprendizaje de un viaje queda para siempre y enriquece al que lo emprende.
Lorena Sáez: Andá a Chiloé, no te arrepentirás. Entré a tu blog y vi que habías puesto este modesto espacio en tus blogs amigos. Nobleza obliga hice lo propio con tu hermoso arcón de sueños.
Vero: Gracias por tus comentarios. Como te dije alguna vez, este blog existe gracias al tuyo, por lo que lo podés sentir como un hermano menor del Mundo Superficial.
Diego: Todo viaje es posible. Lo único imposible es lo que no se intenta.
Lore Ortíz: No tenés nada que agradecer. No creo en los nacionalismos, sino en la gente. Soy del "país de las buenas gentes", y estas están en todos los países, al igual que las malas.
Por lo tanto me siento más extranjero en la sede de alguna empresa explotadora de Buenos Aires que en compañía de un humilde campesino chilote. El mundo se divide en explotadores y explotados, y siempre, invariablemente, estaré del lado de los explotados.
Alejandra: Es un orgullo para mí que quieras incluir estas líneas en tu blog. Por supuesto que tenés el permiso.
Toda la razón ... saludos
Que lindas imagenes y que linda tu descripción del lugar... por ahí leí una vez acerca de una leyenda de un barco fantasma, Caléhulle, no la sé bien...
Dicen que Mechuque es lo más pintoresco de Chiloé, es cierto?
Bueno le dí un recorrido de tu mano, espero un día ir y ver todo desde mis ojos!
Besotes Dani, me encanta leerte aca, en mi blog, donde sea!
Muy bueno el post!!! Lástima que sólo pude acompañarte una semana en el trayecto por mi trabajo. Me hubiese gustado quedarme mas en ese misterioso paraíso.
Besos,
Mariann.-
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