Morrocoy: Si el paraíso existe, está aquí

Desde la ciudad venezolana de Valencia parte un pequeño bus, que luego de algo más de dos horas, deposita al viajero en el pequeño poblado de Chichiriviche, a orillas del Caribe.
A primera vista, el pueblo no dice mucho. Un puñado de callejuelas de tierra, dos asfaltadas, pequeños comercios y algunas posadas. Junto al malecón, una multitud de pequeñas embarcaciones dan un espectáculo multicolor. Son los peñeros, que están esperando pasajeros para llevar a los paradisíacos cayos cercanos a Chichiriviche, que componen el Parque Nacional Morrocoy.
Los cayos son formaciones coralinas, pequeños islotes que emergen en el Caribe, dotados de increíbles playas de arenas blancas y mar turquesa.
Lo usual es que el viajero llegue a algún muelle de Chichiriviche, decida a qué cayo quiere ir ese día, regateé el precio del viaje en peñero y pacte un horario para que el mismo bote vuelva a recogerlo.
En la mayoría de los cayos hay muy poca gente, salvo los fines de semana, por lo que este paraíso se disfruta generalmente casi en soledad. Tampoco hay muchas opciones para comer en los cayos, por lo que es mejor llevar una vianda y bebidas desde Chichiriviche. Por este motivo, casi todas las posadas de allí le suministran al huésped una pequeña heladera portátil.
Por la noche, Chichiriviche ofrece otro atractivo: ir a los pequeños restaurantes del malecón a degustar sabrosos platos a base de pescado y mariscos, con la refrescante brisa del Caribe.
Y al otro día, a otro cayo, a seguir disfrutando de este verdadero paraíso, del que, les aseguro, es imposible partir sin tener la plena seguridad de que será imperativo volver.

Fotos (de arriba a abajo)

1) Mariana haciendo la plancha en Los Juanes, Parque Nacional Morrocoy.
2) Mariana y yo en un peñero, rumbo a los cayos.
3) Playuela, una de las mejores playas de Morrocoy.
4) Mariana en Los Juanes.
5) Encontrando una estrella de mar, en el agua cristalina del Caribe venezolano.
6) La playa del Cayo Sombrero, Morrocoy.